Reflexión por si vas tarado ;-)

Hace mucho tiempo leí una frase de Bill Gates que me encantó. Más tarde leí otra del filósofo Alimbau que también me pareció genial y la guardé. Hace menos tiempo leí otra de mi admirado Francesc Torralba y la colgué en mi habitación y finalmente leí una reflexión del Papa Francisco que también quise conservar. Me di cuenta de que todas ellas decían algo muy parecido y decidí, como mi trabajo consiste en copiar y pegar, juntar las cuatro en una. Es un texto que invita a la reflexión y a darse cuenta de que no podemos ir tarados por la vida. Allá va!

«Vivimos en la sociedad del escaparate, en la que cuenta mas parecer que ser; la sociedad del aparentar, del figurar, del exhibir. Es el reino de lo ficticio, del envoltorio, de Instagram, es una carrera sin tregua que nos intenta arrastrar a todos, nos desgasta, nos desequilibra. La sociedad actual ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muchas dificultades para generar felicidad y alegría interior, qué es lo que en el fondo todos buscamos. Porque todos queremos encontrar sentido a nuestras vidas; en el fondo de cada uno de nosotros existe el anhelo de vivir una vida de grandeza, de dejar huella, de aportar algo, de tener una vida con sentido. Y eso hay que buscarlo en el silencio, apartándose un poco de la sociedad, que lo es del ruido. En un entorno como el actual, que no vamos a cambiar y que se caracteriza por la rapidez y el estrés, es responsabilidad de cada uno de nosotros reivindicar momentos para la pausa, buscar espacios para la reflexión. Sin silencio nuestras vidas se ven invadidas por lo urgente, por lo superficial, sin tiempo para lo importante. Sin silencio olvidamos lo que es prioritario en nuestras vidas y nos dispersamos en mil cosas intrascendentes. Sin parar a pensar, sin parar a reflexionar, pasamos por la vida pero no la vivimos en profundidad. El tiempo y el esfuerzo que muchas personas invierten en acumular y mantener riquezas externas o materiales, corriendo como pollos sin cabeza, deja muy pocas oportunidades para cultivar la riqueza interior con cualidades como la bondad, la compasión, la amabilidad, la paciencia, la tolerancia, la humildad y la generosidad, que son las cualidades más importantes que podemos tener como padres, parejas, amigos y profesionales.»

Ser amable para ir chutado por la vida

Voy a ser cansino porque voy a redundar en un tema que repito muchas veces, pero yo soy de los de Chesterton, que decía que “no necesitamos que nos digan las cosas, necesitamos que nos las recuerden”.

La premisa es sencilla: para ser feliz, la manera más rápida y sencilla es ser amable con los demás. Así de simple. Así de complicado en un entorno de cenizos y merluzos.

Tolstoi decía que “hay muchos tipos de conocimiento, pero hay uno que es más importante que los demás, el conocimiento de cómo hay que vivir, y ese conocimiento, muchas veces, se menosprecia”. Yo dedico mi trabajo a leer y estudiar que dicen los sabios, los expertos, los que saben, sobre como hay que vivir. Y aquí traslado algunas reflexiones:

1. Una cosa que tienen clara los que saben, y hay que ser muy melón para no estar de acuerdo, es que en el fondo de cada uno de nosotros existe el anhelo de vivir una vida feliz, plena, una vida de grandeza, de dejar huella, aportar algo, de tener una vida con sentido, de ofrecer siempre nuestra mejor versión. Todos queremos experimentar alegría, ilusión y entusiasmo en nuestro día a día.

2. Otra cosa que tienen clara los expertos que son más rigurosos, es que vivir con alegría no es fácil en un entorno en el que por cada alegría que tenemos recibimos 27 disgustos. Argumentos para el desánimo, el pesimismo o la resignación son muy abundantes porque estamos en un mundo que parece dominado muchas veces por la injusticia, el egoísmo, la avaricia y la codicia. Razones para mandarlo todo a tomar por saco hay unas cuantas y para algunos, unas miles de cuantas.

2.5 (le he puesto esta numeración porque este punto no es de ningún experto, es de cosecha propia). Si nos resignamos y tiramos la toalla, tendríamos que preguntarnos que nos quedaría entonces. Si decidiéramos que estamos hasta el coco de todo, si viviéramos desde la pura inercia y la triste rutina, desde la apatía o el abandono, probablemente, solo lograríamos agravar el problema y vivir cabreados, tristes, de malhumor, angustiados, frustrados. Honoré de Balzac decía que la resignación es un suicidio cotidiano.

3. Una tercera idea en la que coinciden es que el cambio empieza por uno mismo. Nos guste o no, las cosas son como son, y cambiarlas es lento, difícil, hay que hacerlo, pero es mucho más fácil cambiarnos a nosotros mismos. Gandhi decía que “tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo”. Quieres un mundo mejor?, tu tienes que ser mejor. Un mundo más generoso?, pues tu el primero. Más justo? Empieza tu también. Lo único que controlamos al 100% es nuestra manera de ser y no se puede exigir al resto del mundo algo que uno mismo no hace. Además, uno se va dando cuenta de que nuestra actitud influye en la manera en que percibimos las cosas, por eso cuando uno cambia su actitud, su entorno también empieza a cambiar. Pues eso, que el cambio empieza por uno mismo.

4. En lo que no todos los sabios están de acuerdo, pero si los que yo admiro, es que cambiamos eligiendo. Somos como elegimos ser. La genética influye, pero el resto depende de nosotros. Elegimos, decidimos nuestra manera de ser y esa es nuestra gran libertad, nuestro gran reto. Luchar cada día para ser la mejor persona que podamos llegar a ser, como padres, parejas, amigos, profesionales, eligiendo nuestras mejores actitudes en cada instante. Ahí está el sentido de nuestras vidas.

5. Y que hay que elegir? Aquí es donde los sabios y expertos no se ponen de acuerdo. Algunos proponen modelos muy complejos que yo no soy capaz de entender, otros van cambiando de opinión en cada libro que publican y unos cuantos simplemente están más tarados que aquellos a los que pretenden ayudar. Como yo soy corto, siempre me han gustado las cosas simples, sencillas, concretas, las que son fáciles de entender y de aplicar. Por eso he cogido ideas de Tal Ben-Shahar, de Martin Seligman, de Francesc Torralba, de Stephen Covey y del Papa Francisco para hacer una lista de cosas simples que todos podemos hacer cada día. Son cosas que puedo elegir hacer o no, solo dependen de mi. Cosas que puedo hacer independientemente de lo que hagan el resto, cosas para las que no hay excusa si no se hacen, cosas que si muchos hiciéramos, quizá cambiaríamos el mundo, cosas que si cada uno hace, seguro que al menos cambia el suyo. Son 16 cosas (no he buscado redondear el número, son las que salen J):

  1. Sonríe.
  2. Utiliza las palabras “por favor” y “gracias”.
  3. Dile a los demás cuanto les quieres. Dedícales tiempo, amor se escribe t-i-e-m-p-o.
  4. Acepta a los demás como son. Sin querer cambiarlos y valorando lo bueno que tienen que es mucho.
  5. Saluda con alegría a todas las personas. A todas, conocidas y desconocidas.
  6. Escucha a los demás. Preocúpate por ellos. Pregúntales por sus cosas.
  7. Ayuda a los demás siempre que puedas. Bien pensado, puedes siempre.
  8. Anima y levanta el ánimo a las personas que lo necesitan.
  9. Ten detalles y sorpresas con los demás.
  10. Llama por teléfono a tus padres.
  11. No te quejes, haz algo para mejorarlo.
  12. Pasea por la naturaleza.
  13. Sé agradecido y valora lo que tienes.
  14. Relativiza los problemas. Solo cuatro son graves.
  15. Genera paz y armonía a tu alrededor. No quieras tener siempre razón o que se haga lo que tu quieres.
  16. Pide perdón cuando te equivoques.

No se, a mi me parece que son cosas pequeñas, aplicables, concretas, básicas. Pero lo que siempre me sorprende es que los que más saben proponen cosas así, que te ríes de lo simples que son. Porque la vida es simple, lo que pasa es que nos encanta complicárnosla o que nos la compliquen.

Si te fijas, todas estas actitudes tienen que ver con el trato que damos a los demás, con ser amables, en línea con aquella reflexión de Tagore que decía que “quien no vive para servir, no sirve para vivir”. Puedes probarlo tu mismo, en cualquier momento: la manera más simple y sencilla de sentirte feliz es ser amable con los demás. Pruébalo.

Hay personas que piensan que ser amable es ser blando. Bufff! Cuanto merluzo!! Yo creo que ser amable es ser humano; creo también que ser amable es más difícil que ser inteligente, porque la inteligencia es un don y la amabilidad una elección; y creo además que nos hace mucha falta la amabilidad en un mundo cada vez más inhumano, hostil, agresivo e insensible con el sufrimiento ajeno. La forma más fácil de hacernos la vida más agradable a nosotros es hacerla más agradable a los demás. Muchos no paramos de quejarnos de lo mal que van las cosas; sin embargo, no estamos dispuestos a hacer esfuerzos serios para poner remedio a la situación. Y estos 16 puntos son cosas que sin duda todos podríamos hacer con poco esfuerzo para que no se cumpla aquella célebre frase de Martin Luther King: “tendremos que arrepentirnos en esta generación no tanto de las acciones de la gente perversa sino de los pasmoso silencios de la gente buena”.

Si lo piensas bien, ser amable es un chollo porque tiene estas cuatro ventajas:

– Hace que te sientas mejor tu. Eso es indiscutible, tenemos ese mecanismo interior que hace que nos sintamos bien cuando ayudamos o somos amables con otra persona. El altruismo genera alegría interior.

– Hace que los demás se sientan mejor. “La necesidad más profunda del ser humano es el anhelo de sentirse apreciado” decía William James. Hay muchas personas que son pobres materialmente, pero hay muchas más que viven bajo el umbral de la pobreza en términos de afecto, cariño, amabilidad. La ayuda emocional a los demás es ahora más necesaria que nunca y una persona amable es, sin duda, una ONG con patas.

– Te ayuda a ser mejor persona. Es incompatible ser amable y ser un maleante. Cuando te esfuerzas por ser amable te vuelve mejor persona ser amable requiere ser generoso, paciente, honesto, cuidar las formas, sincero.

– Y encima es gratis.

Es de tontos ser antipático, no crees? Lo digo en serio. Vistas las ventajas, hay que ser muy melón para no ser amable.

Minutos fantásticos o minutos de mierda :-)

Este es el mejor cuento que he leído en mi vida, lo leo si me da tiempo en mis sesiones y algunas personas me han pedido que lo publique porque no lo encuentran.

Los cuentos son fantásticos, especialmente para que los que somos un poco más cortos, porque te explican cosas complejas de manera muy sencilla. A mi siempre me han gustado y después de leer muchos éste es sin duda el que más me ha impactado y más me ha ayudado. Es un poco largo, pero vale la pena. Vale mucho la pena leerlo. No me atrevo a decir de quien es porque lo he visto publicado por diferentes autores, pero lo que si se es que mío no es :-). Allá va!!

“Ésta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador. Un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando, es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día, el buscador sintió que debía ir a la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días por caminos polvorientos divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores preciosas; la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada. Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto, sintió que se olvidaba del pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Sus ojos eran los de un buscador y, quizás por eso, descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción: «Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días».

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla, decía: «Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas».

El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una empezó a leer las lápidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que le conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los 11 años… Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó. Lo vio llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar. «No, ningún familiar —dijo el buscador— ¿qué pasa con este pueblo?, ¿qué cosa tan terrible hay en esta ciudad?, ¿por qué hay tantos niños enterrados en este lugar?, ¿cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que los ha obligado a construir un cementerio de niños?»

El anciano se sonrió y dijo: «Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré. Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda, qué fue lo disfrutado, y a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo. Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?, ¿una semana?, ¿dos?, ¿tres semanas y media? Y después la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿el minuto y medio del beso?, ¿dos días?, ¿una semana? ¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo?, ¿y la boda de los amigos?, ¿y el viaje más deseado?, ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?, ¿cuánto tiempo duró disfrutar de esas situaciones?, ¿horas?, ¿días? Así vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos. Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque ése es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.”

A mi me parece brutal este cuento porque es toda una filosofía de vida. Yo no quiero darle la interpretacion de que hay minutos que disfrutas y otros que no, porque tambien hay momentos tristes inevitables en la vida. Me gusta más entender que hay minutos en los que tu actitud o manera de ser es fantástica y minutos en los que no estamos a la altura, lo cual no quiere decir que siempre hay que star entusiasmados, porque hay momentos muy duros en la vida en los que la tristeza es inevitable, pero en los que la esperanza, el optimismo y el esfuerzo son también admirables.

Si te paras a pensar, la vida consiste en sumar minutos; minutos, horas, días, semanas, meses, años, pero todo empieza con minutos, esa es la unidad que podemos gestionar. Pero igual que en el ajedrez hay dos relojes, en la vida hay dos tipos de minutos: hay minutos fantásticos y hay minutos de mierda. ¿De qué depende que los minutos sean fantásticos o de mierda? Hay personas que creen que la calidad de los minutos depende de las circunstancias, del entorno, de lo que les ocurre. Son un poco merluzos. Luego hay las personas grandes, las que saben que sólo depende de ellas hacer que cada minuto sea fantástico o de mierda, personas que están comprometidas en sumar minutos fantásticos, minutos que tienen sentido en su proyecto de vida, minutos en los que somos las personas que queremos y merecemos ser, aquellos en los que sacamos lo mejor que llevamos dentro.

No vamos a cambiar las circunstancias, nos ocurren cosas cada día que no podemos controlar, eso ya lo sabemos. No se, puede que hoy nos toque poner el lavaplatos. Pues toca, no hay otra, será así te guste o no. Pero hay personas que ponen el lavaplatos despotricando, quejándose, “que guarros sois, siempre me toca a mi, me estoy perdiendo el partido, …”. Pues ala!, a sumar minutos de mierda. Y luego hay otro tipo de personas, aquellas que se lo pasan pipa poniendo el lavaplatos, que lo ponen como si estuvieran montando un “tetris” o “batiendo el record de 24 vasos que metí la última vez”.

En general y salvo circunstancias dramáticas, cada uno tiene la actitud que quiere. No nos damos siempre cuenta de que es una opción personal, a veces heroica, pero que no deja de ser nuestra gran libertad, nuestra gran responsabilidad. En cada instante elegimos nuestra actitud; en cada instante decidimos ser alegres o cenizos, sonreír o no, ser amables o ser unos melones, ayudar a alguien o pasar. Por eso cada instante nos acerca un poquito más a la grandeza como personas, o cada instante nos acerca más a la mediocridad. El truco es este: saber elegir nuestra mejor actitud en cada instante, en cada instante, con las circunstancias que nos van tocando. Saber elegir nuestra mejor actitud en cada momento con las cosas que nos van pasando. Es simple, pero no fácil. Cuando uno va así por la vida esta es apasionante, es como un videojuego en el que van pasando cosas y el reto es saber elegir nuestra mejor actitud pase lo que pase. Al principio cuesta mucho, pero cada vez es más fácil, uno coge el hábito, acaba formando parte de tu manera de ser. Así se suman minutos fantásticos, que son los que todos merecemos. Las circunstancias no las podemos cambiar muchas veces, pero la actitud depende sólo de nosotros. Así, sumando minutos fantásticos, vamos haciendo de nuestra vida una obra de arte. Y para eso estamos en este planeta, para hacer de nuestra vida una espectacular obra de arte. No podemos conformarnos con menos ;-).

O enamoras, o eres barato

En el entorno comercial actual, visto lo visto, no hay que ser muy listo para reconocer que a las empresas sólo les quedan dos posicionamientos si quieren salir adelante: e enamoran a sus clientes, o son baratas. El triunfo del low-cost ha radicalizado el mercado a estas dos posiciones y aquellas empresas que son correctas, atentas con un precio competitivo, tienen a desaparecer porque pierden en un extremo del mercado a los clientes que valoran una propuesta de valor excelente que enamore y, en el otro, a los que el precio es lo que más les importa.

La revolución low-cost no es efímera, ha venido para quedarse, y creo que es así por dos motivos. Por supuesto que la crisis económica y la mayor sensibilidad al precio ha sido la causa principal del nacimiento de estas propuestas, también las nuevas tecnologías han facilitado estos posicionamientos, pero hay otro factor mucho más importante y que no depende de la coyuntura; los consumidores hemos descubierto que lo barato no es necesariamente malo, nos ha sorprendido ver que el cafe de marca blanca no mata y que hay alguno que incluso es bueno, nos hemos arriesgado a comprar aparatos electrónicos en category killers y no se han estropeado, hemos volado en compañías low-cost que no se caen y preferimos ir dos horas embutidos como un salchichón en los asientos y gastar el dinero disfrutando de una cervecita en la ciudad de destino. Hace pocos años, estaba muy claro el axioma comercial de que lo caro es bueno y de que lo barato es malo, de que los targets altos del mercado compraban productos caros y que los más bajos eran clientes de productos económicos. Estos esquemas se han acabado y los targets altos consumen low-cost como los que más, muchos coches de lujo tienen un seguro low-cost y en el barrio de Salamanca o Pedralbes se venden muchos productos de marca blanca en los supermercados.

La alternativa de posicionarse en precio no es una deshonra y en muchos casos se ha demostrado muy rentable. Mercadona, Ryanair o Zara han convertido el precio en su principal herramienta comercial con gran éxito. Otro tema es que algunas empresas aprovechen su poder para maltratar al proveedor, lo cual ocurre por desgracia, pero merluzos hay en todas partes.

Luchar en el mercado contra estas empresas low-cost solo tiene una alternativa, enamorar al cliente, y hacerlo de tal modo que esté dispuesto a pagar más porque entiende que recibe mucho más. Enamorar no quiere decir ser amable o cordial, todo el mundo lo es y el que no lo es, está muerto. Y hay muchas empresas que no lo han entendido y que siguen trabajando en la mediocridad. El objetivo es muy simple, no fácil, pero si muy simple. Si pudiéramos leer la mente de un cliente (todo llegará)cuando sale de una tienda, de un hotel, de un avión o de cualquier establecimiento o página web, en su cabeza sólo existen tres posibilidades acerca de lo que opina. Uno, “vaya xurro, no vuelvo más”; dos, “bien, correcto, normal”; tres, “ole, ole y ole!”. El “efecto ole, ole y ole!” es el que debería buscar una empresa y si reflexionamos, ¿cuantos de nosotros salimos pensando esto? Casi todos nos colocamos habitualmente en la posición dos y por desgracia, eso no asegura que volvamos a comprar, al contrario, fomenta nuestro espíritu mercenario de ir al mejor postor, porque con la cantidad de oferta que hay y la cantidad de tentaciones que tenemos, sucumbimos al precio “porque no somos tontos”. Muchas empresas se quejan de que conseguir enamorar al cliente y ese “efecto ole, ole y ole” es imposible, que los clientes no valoramos nada, que sólo nos importa el precio y que somos muy exigentes, cuando lo que deberían es preguntarse qué están haciendo para lograrlo. Últimamente me ha tocado trabajar con hoteles, que pensaban de esta misma manera. Yo hace muchos años que hago una estadística cuando salgo de un hotel, pruébalo. Cuando haces el check-out (el “toma la llave que me largo”), en el 90% de las ocasiones sólo nos hacen dos preguntas ;-). Primera: “¿ha tomado algo del minibar?” (que traducido sería, “ a ver, chorizo, ¿no me estará robando usted verdad?”). Segunda: “efectivo o tarjeta” (es decir, suelte la molla rapidito”). “¿Ha dormido usted bien?” o “estaba todo a su gusto” son preguntas de ciencia ficción y cuando alguno la hace, es un acto formal tan estandarizado que ni siquiera escucha la respuesta. ¿Y así quieren fidelizarnos?”. Para fidelizar a un cliente hay que hacer muchísimo más, tiene que salir enamorado, dando saltos y diciendo “ole, ole y ole!”, eso garantiza su lealtad a un precio superior.

Para enamorar a mi se me ocurren tres caminos: producto, proceso y personas. Hay empresas que no tienen contacto con su cliente final y enamorar implica apostar por las dos primeras, pero la innovación en producto o proceso puede provocar grandes flechazos. Danone es una empresa que constantemente innova y que pone en manos de los consumidores productos difíciles de igualar. Amazon sería el paradigma de enamorar por proceso con su estrategia “1 click”. Comprar en Amazon es una experiencia brutal porque es fácil, sencillo, proponen otros productos que te pueden interesar sin molestar, puedes ver, comparar y casi tocar, no hay letra pequeña, puedes devolver los productos de forma sencilla, tienen una variedad enorme, hay referencias de otros clientes, te reconocen. Amazon ha logrado enamorar tanto a sus clientes que empezó vendiendo libros y ahora podemos comprar música, videos, electrónica, ropa, joyas, productos de cuidado personal y hasta gadgets para tu mascota. Y logra que cerremos su web diciendo “ole, ole y ole!”. Para mi tiene mucho mérito porque logra enamorar sin contacto personal, algo muy difícil. El problemas es que, salvo casos excepcionales como éste, copiar los procesos es posible.

Otras compañías pueden jugar las tres variables. Apple es mucho más caro que sus competidores, pero tiene un producto maravilloso, un proceso de compra espectacular y un personal estratosférico que vive la empresa como si fuera suya. Ikea es otro ejemplo

Hay que saber jugar las tres variables con inteligencia, con sentido común. No se trata de gastar dinero, se puede hacer innovación low-cost. Hoteles Atiram lo hace muy bien. En el baño la botellita de champu no esta identificada como tal, si no que pone “te voy al pelo”. Cuando vas a desayunar, la taza tiene inscrito este mensaje “yo soy el café y tu la leche”. ¿Cómo no vas a salir del hotel diciendo “ole, ole y ole!”? Y eso no tiene un coste extra, tiene pasión y sentido común. Y encima es casi imposible encontrar alguien de su equipo que no sonría, sonreír es marketing low-cost pero sigue habiendo muchos melones sueltos.

Si una empresa puede gestionar las tres P, seguramente la más efectiva e incopiable, sean las personas que están en contacto directo con un cliente. La clave en un bar son las camareras, en un hotel los recepcionistas y en un avión las azafatas. Te puedes volcar en tener un producto fantástico, un proceso espectacular, pero luego se decide todo en la interacción empleado-cliente. El amor es un sentimiento y quien más puede influir en los sentimientos de un cliente son las personas de la organización, para bien o para mal. Por eso el gran reto de las áreas comerciales se acercan cada vez más al área de recursos humanos. Necesitamos personas que vayan chutadas, que se apasionen por el cliente, con vocación de servicio, que disfruten de su trabajo y contagien al cliente, que sean amables, sonrientes, alegres, profesionales, competentes, entusiastas y trabajadoras. Y no es fácil, nada fácil. Claro que hay que motivar, ayudar, involucrar y cuidar a las personas, muchos jefes no saben que quiere decir cuidar, por desgracia, pero el 80% del éxito está en seleccionar bien. Hay un dicho popular que dice: “nunca intentes enseñar a cantar a un cerdo; pierdes el tiempo y al final enfadas al cerdo”. Hay que seleccionar bien a las personas, ese es el punto crítico, hay que fichar a la gente por su actitud, por su cara, por su vocación de servicio, su amabilidad, por su ilusión, y no tanto por sus estudios, conocimientos o experiencias, que son importantes, mucho, pero la diferencia entre los cracks y los chusqueros está en su actitud. Habría que fichar a la gente por su sentido del humor, y ser cenizo debería ser causa de despido procedente. Tenemos que fichar a personas que provoquen el efecto “ole, ole y ole!”.

Las 5 p’s de la vida

En la asignatura de Marketing de la carrera de ADE se estudian las clásicas 4 p’s de Kotler que hacen referencia a las políticas de producto, precio, distribución y comunicación que hay que tener en cuenta en una estrategia comercial. En inglés todas las palabras empiezan por “p”. Después se habló de las 5 p’s del marketing porque se incluyó a las personas (“people”). En la vida, también existen las 5 p’s, todos nos movemos por una de las 5 p’s. Hay una “p” que es nuestro motor, lo que manda en nuestra vida, hay una “p” que nos orienta y que influye en todas nuestras decisiones.

La primera posible “p” es el poder. Son muchas las personas que han demostrado que esta es la “p” que les importa y las hay de todos los colores; algunas que por mantener el poder son capaces de mentir, engañar, cometer perjurio o vender a su madre, lo único importante es mantenerse en el poder. Algunas personas cambian de opinión o renuncian a sus ideales para mantenerse en el poder. El poder es una gran fuente de motivación, pero tiene muchos inconvenientes. El primero es que sólo motiva mientras se tiene y la motivación se convierte en amargura cuando se pierde. El segundo es que tampoco se disfruta tanto, porque para mantenerlo uno tiene que convivir con los miedos a perderlo, con el rencor y la envidia hacia quienes lo amenazan. En fin, muy desanimante.

La segunda “p” es el prestigio. Hay quien no tiene poder, pero busca el “prestigio” que dan los cargos, las posiciones, los títulos, la fama mal entendida. Hay personas que son capaces de vender su alma al diablo con tal de aparecer en un medio de comunicación o de ostentar un determinado cargo o título. El prestigio también tiene inconvenientes. Comparte con el poder el inoportuno hecho de que la satisfacción se mantiene mientras se tiene el prestigio, cuando hay otro que tiene más prestigio o cuando éste ya no se valora o no se aplaude constantemente, entonces viene el desánimo. Y lo importante no es ser importante, lo importante es ser feliz.

La tercera “p” es la pasta, todo por la pasta!El dinero y los bienes materiales se supone que nos harán felices; la felicidad adquiere entonces una dimensión comercial pues la publicidad actúa como palanca de aceleración de esa felicidad que hay que comprar. No hay que dar muchos ejemplos de la cantidad de personas que se han abrazado a esta “p”; nos hemos acostumbrado desde hace años a ver por la televisión operaciones policiales que intervienen ayuntamientos por corrupción o por cobro de comisiones ilegales. Estamos cansados de ver que personas que tienen 1.000 roban 1.000 más, personas que tienen un altísimo nivel de vida que tienen que robar, porque nunca es suficiente, porque todo es poco, porque la avaricia no tiene límites. Por méritos propios, hoy hay empresarios y políticos que compiten en plena igualdad con mafiosos, chorizos y maleantes varios por ser el colectivo más corrupto de la sociedad. Y lo importante no es ser rico, lo importante es ser feliz.

La cuarta “p” es el placer; apetece o no apetece. Hay que hacer sólo lo que te apetece, ese es el mensaje que hoy manda la sociedad; ser libre es hacer lo que te de la gana. No hay nada que se acerque tanto a la irresponsabilidad. Si te apetece cuidar a tu hijo lo haces, sino no; si te apetece hacer las cosas bien las haces, sino no, es la vida hedonista que tanto atrae. Françoise Réveillet explica que la cultura del ya, la cultura del instante se transforma en cultura del goce y la satisfacción inmediata. Con esta “p” tampoco se logra la felicidad porque la satisfacción dura mientras dura el placer, la novedad, que rápidamente desaparece porque ha surgido otro objeto o motivo de deseo.

Finalmente, la quinta “p” son los principios. Principios y valores humanos. Los personas fantásticas lo son porque son honestas, íntegras, honradas, no mienten, no engañan, son leales, ayudan a los demás, son generosas, comparten, etc. Gandhi decía que “debemos convertirnos en el cambio que buscamos en el mundo”, eso es ser íntegro. Esta “p” es la única duradera, es la única que da la alegría y la felicidad interior que todos buscamos. El éxito no es la base de la felicidad, pero la felicidad sí que es la base del éxito. Ser buena persona, a largo plazo, es muy rentable. Quizá no serás millonario, pero habrás triunfado en la vida. La conciencia es nuestro mayor patrimonio. Hoy en día felicitamos a las personas por sus éxitos externos, por su prestigio, por su poder, por sus ascensos, por sus coches, por sus casas, en fin, por sus posesiones; y deberíamos felicitar a las personas por su manera de ser, por sus actitudes, por sus principios, por su forma de actuar, deberíamos elogiar la bondad, la paciencia, la generosidad. Personas con valores humanos, esas son las que nos gustan, los que nos atraen, con las que queremos vivir y convivir. Y las que queremos y merecemos ser :-).

7 diferencias entre un líder y un champiñón

Yo no soy un experto en liderazgo, ni pretendo iluminar a nadie con este artículo porque no sabría. Seguramente harían falta muchos manuales para definir todo lo que necesita una persona para ser un buen líder, y yo me limitaré sólo a hacer algunas reflexiones sobre un aspecto concreto, su actitud; y no son consideraciones fruto de mi experiencia personal, solo faltaría!, sino de lo que he aprendido trabajando con muchos líderes de diferentes organizaciones. He tenido la suerte de conocer a todo tipo de fauna: merluzos, melones, ciruelos pero también he conocido a personas a las que he admirado muchísimo por su capacidad de liderazgo. Últimamente he tenido la suerte de compartir mucho tiempo con Mikel, uno de ellos. Observándolo y reflexionando he podido identificar 7 aspectos que diferencian a los líderes absolutamente espectaculares de los champiñones que pretenden dirigir personas.

 

1a. Diferencia: tienen el chip de estar al servicio de los demás. Hay personas que sirven para liderar y hay otras que nunca servirán por mucho que se lo propongan. Hay jefes chusqueros que piensan que liderar es decirle a los demás lo que tienen que hacer y verificar que está hecho en tiempo y forma adecuados, como si fuera el ejercito, pero los líderes saben que su trabajo consiste en ayudar a los demás para que sean mejores personas y mejores profesionales. Tener ésta mentalidad, esta obsesión para ayudar a los demás, es un requisito imprescindible. ¿Cuántas personas con equipos a su cargo lo tienen? Por desgracia son minoría, porque casi todos piensan en sus objetivos y ven a los demás como un recurso que les ayuda a conseguirlos. El liderazgo basado en esta premisa se caracteriza por el control y la supervisión, el egoísmo, la rigidez, la falta de confianza y la mediocridad, sintiendo como una amenaza a todo aquel que pueda ser mejor que uno mismo. Cuando uno se centra en ayudar y servir a los demás para que crezcan y se desarrollen como personas, entonces es un trabajo brutal y muy gratificante, porque logra sacar lo mejor de cada persona para que además de “saber” hacer las cosas, “quieran” hacerlas poniendo sus mejores esfuerzos en ello. La Responsabilidad Social Corporativa esta de moda, pero muchas empresas la han entendido como hacer una donación o publicitarla; la verdadera responsabilidad social empieza por cuidar, tratar bien y preocuparse por las personas que trabajan en una empresa. Aquello de que el accionista es lo más importante, muy predicado en las mejores escuelas de negocio, a mi me parece un cuento chino, una irresponsabilidad catastrófica. Primero las personas, luego los clientes y por último el accionista.

 

2a. Diferencia: Influyen por su manera de ser. La diferencia entre una persona grande y una persona mediocre no está en sus conocimientos ni en su experiencia, está en su manera de ser. Los cracks saben que para poder ayudar a otros a ser mejores, primero tienen que hacer un trabajo interior enorme para mejorar ellos. Su papel es el de influir, inspirar, transmitir, motivar y por eso tienen una manera de ser marcada por unos valores y unas virtudes humanas que admiramos. No conozco ni un líder espectacular del que no me haya asombrado su manera de ser. No se trata de estudiar un master o tener un cargo en la tarjeta, se trata de actitud y manera de ser; sin valores humanos, el líder es un déspota, un tirano, un dictador. Mark Zuckerberg tiene una frase genial que dice: “sólo contrato a alguien para trabajar directamente conmigo si pienso que yo trabajaría para él”.

 

3a. Diferencia: saben lo que es más importante en la vida. Hay una fase del Dr. Stephen Covey que me encanta: “lo más importante en la vida es que lo más importante sea lo más importante”. No es sólo un juego de palabras, que evidentemente lo es; es también una frase que si uno piensa durante unos minutos, tiene mucho fondo. El requisito básico para que las personas trabajen bien es que sean felices. Puede parecer una afirmación superficial o poco sofisticada, pero es una verdad como un piano. Vivimos en la sociedad de las prisas, del ya, del consumo, de lo artificial, del envoltorio, en el que el parecer es más importante que el ser y es una carrera que nos acaba atrapando a todos y desquiciando a muchos porque olvidamos muchas veces lo que es importante y acabamos corriendo a toda pastilla hacia ninguna parte. Para que las personas sean felices tienen que poner en el centro de su vida lo que es más importante para ellos. Personalmente pienso que nuestro Proyecto con mayúsculas en esta vida es nuestra familia y, en una época de máxima exigencia laboral, necesitamos tiempo para equilibrar nuestra vida profesional con la personal. Los líderes fantásticos lo saben porque ellos son los primeros en hacerlo y, entendiendo que el trabajo es importante pero nunca lo más importante, generan y promueven entornos laborales que ayudan a sus equipos a equilibrar su vida personal y profesional.

 

4a. Diferencia: trabajan con las personas sabiendo que son voluntarias. Muchos trabajos se han convertido en una forma de esclavitud moderna en el que las personas ven sus actividades como una penosa obligación en la que no se divierten ni disfrutan, en la que se sienten tristes, quemadas, estresadas y tienen una taza con la frase “por fin es viernes”. Muchos líderes no han entendido que trabajan con personas que son voluntarias, como si fuera una ONG, al menos en parte. Todos tenemos un comportamiento “normativo” por el que hacemos todo lo que tenemos que hacer para que no nos llamen la atención: una forma de ir vestido, un horario de entrada y salida, unas metodologías y procesos de trabajo, etc. Es un comportamiento “obligatorio”. Pero las personas también tenemos un comportamiento “espontáneo”, que es el cariño que le ponemos a lo que hacemos, las ganas, la pasión, la alegría, el esfuerzo para querer hacer las cosas lo mejor que podemos. Y este comportamiento es 100% voluntario, no se puede exigir, el líder se lo tiene que ganar, se lo tiene que merecer, porque los demás se lo dan sólo si les da la gana. Nadie puede exigir a una persona de su equipo que ponga el 100% de sus ganas y alegría en el trabajo, que se deje la piel o que le pregunte al jefe si necesita ayuda cuando le vea apurado; eso te sale o no te sale, y si el jefe es un mamón, es normal que no salga.

 

5a. Diferencia: son personas amables, agradables, que practican la regla de oro. En todas las religiones, desde el cristianismo al budismo, pasando por el hinduismo, el judaísmo o el islam, absolutamente todas, se predica el siguiente corolario: “trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”. Puede parecer simple e incluso demagógico, pero es una verdad descomunal. La vida es simple, no fácil, pero simple; lo que ocurre es que muchas veces nos encanta complicárnosla o que nos la compliquen. Seguro que hay sofisticadísimos modelos de liderazgo muy útiles, pero también lo es esta frase tan simple que casi nunca aplicamos. Hay quien piensa que es muy genérica, poco concreta. Pues te doy otra, de la Madre Teresa de Calcuta: “que nadie se acerque jamás a ti sin que al irse se sienta un poco mejor y más feliz”; aplicarla en cada instante es algo muy práctico que a veces requiere cuidar las formas al hablar, o tener paciencia para escuchar, o ser justo con alguien cuando no hay afinidad. Si esta frase se te pudiera aplicar a ti serías una persona absolutamente apoteósica, pero lo mejor de todo es que para que esta frase se te pueda aplicar a ti no dependes de nadie, sólo de tu decisión y compromiso personal. Seríamos mejores personas, mejores padres, mejores parejas, mejores amigos y mejores líderes. Las personas que admiramos y que nos ayudan a ser mejores tienen un trato cercano, agradable y alegre, son educadas y cuidan siempre las formas. Son cosas básicas, lo sé, pero es que las estamos perdiendo. Por suerte, quedan algunas personas maravillosas, de esas que conoces y por dentro piensas, “ole, ole y ole!, yo quiero ser como ella”. Cuando lo piensas, estas delante de un líder.

 

6a. Diferencia: hacen sentir importantes a los demás. Confían en las personas, por eso delegan en ellas, las involucran, les preguntan, les hacen participar y logran su compromiso. Les hacen sentir importantes también porque consiguen que hagan un trabajo estratosférico. Nadie es bueno para todo, pero tampoco nadie es inútil para todo. Ayudar a las personas y hacerlas sentir importantes requiere primero conocerlas para saber cuales son sus dones y en qué actividad puede desarrollarse mejor. Y paciencia, mucha paciencia! Hay personas que entienden que los bebés tardan 9 meses en nacer por mucho que te esfuerces y otros son como el chiste que decía, “Señor dame paciencia, dame paciencia, pero dámela ya!”” Los líderes tiene paciencia y forman, los jefes chusqueros van con prisas y deforman. Los cracks tienen una obsesión por buscar lo bueno que tienen los demás, porque saben que lo tienen, y cuando lo encuentran, les ayudan, les motivan y les exigen, confían y ponen todos los medios para lograr que tengan un desempeño brutal. Y cuando lo logran, se lo reconocen y les elogian, porque saben que en el fondo de todas las personas existe el anhelo de hacer cosas importantes, de aportar algo, de sentir que contribuyen y que se les aprecia. Reconocer el trabajo bien hecho de manera sincera es el mayor chute de motivación que alguien puede recibir. Entonces, esa persona se siente valorada, comprometida, agradecida, y su rendimiento mejora, es un círculo virtuoso. Hay jefes que creen que hay personas a las que es imposible motivar; lo que deberían pensar es que hay personas que estaban muy motivadas hasta que les conocieron a ellos.

 

7a. Diferencia: sonríen. Su trato agradable empieza por su cara. Sonreír es una virtud enorme que no valoramos suficiente, como el sentido del humor y la alegría. Las personas que sonríen y son alegres son mucho más productivas y generan entornos mucho más eficientes. Hay un proverbio chino que dice, “el hombre cuya cara no sonríe, no debería abrir una tienda”. Es de cajón! ¿Cuántas tiendas cerrarían en este país?, empezando por las de los chinos, que no lo han entendido tampoco! Deberíamos fichar a las personas por su alegría y despedirlas por su mal carácter, empezando por los líderes. Hemos perdido el sentido común, ¿cómo se puede pretender ser un buen líder con cara de sepia?

Bultos peludos con patas

Esta semana he visto algo que me ha inquietado mucho porque he temido verme reflejado dentro de diez años.

Yo iba en la moto hacia la facultad y en un semáforo, yo que soy muy cotilla, me he fijado en el coche de al lado. Un padre, su hijo a la izquierda y su hija en el asiento trasero. No tengo la certeza pero en mi película mental he imaginado que era un padre con sus hijos adolescentes.

Como buen cotilla no me quede observando solo lo superficial, lo que me sobresalto fue descubrir que sus dos hijos iban con cascos en las orejas!! Que triste!! Un padre acompañando a sus hijos al colegio y ambos escuchando su propia música. Tres personas que supuestamente se quieren mucho encerrados en 3 metros cuadrados sin dirigirse la palabra, ignorándose mutuamente. Que mundo estamos haciendo? Yo también tengo dos hijos que de momento me hablan y se ríen de lo que les cuento, pero el miedo ha empezado a acecharme desde entonces porque a ellos también les gusta la música!

Estoy quizá muy sensibilizado porque este mes he realizado trabajos de investigación en varios frentes.

Experimento numero 1: mis 93 alumnos de marketing tenían que hacer 3 encuestas cada uno a tres personas en cuanto salieran de un taxi. Primera pregunta: conducía un hombre o una mujer? Segunda: con o sin bigote? (también es valida para conductoras!). Tercera: con gafas o sin?, cuarta: color de su vestimenta?, ultima pregunta: como se llamaba? Los porcentajes de respuestas acertadas eran, por este orden, 97, 21, 16, 18 y 0%. El resto de respuestas fueron «no me he fijado o no lo se». Increíble!! De una muestra de 300 personas casi, 10 no saben si conducía un hombre o una mujer! La inmensa mayoria no sabían si tenia bigote, gafas, el color de su camisa y nadie, nadie, se fijo en su nombre que consta en la licencia que esta a la vista del cliente. Conclusión: conducía un bulto peludo con patas, brazos y orejas.

Experimento numero 2: subo a un autobús y cuento el numero de personas, 32. De ellas, solo hay dos que conversan, el resto se ignora. Alguien sube en una parada, ni mira al conductor y se sienta sin ni siquiera decir «buenas tardes» a la persona que tiene sentada a su derecha con la que se toca pantalón con pantalón (por cierto, rápidamente separa su pierna y hace un gesto como si limpiara su pantalón). Un extraterrestre desde fuera observaría a 32 seres humanos encerrados en una caja que no se dirigen ni una sola palabra. Conclusión: el conductor del autobús es un bulto peludo con patas que conduce, las personas del autobús son bultos peludos con patas que uno esquiva hasta llegar a un asiento donde unos se sienta junto a otro bulto peludo con patas.

Experimento numero 3: salgo de casa en moto con mi hijo mayor y saludo a una vecina que pasa cerca de nosotros. Con cierta sensación de ridículo me quedo con la mano levantada sin recibir respuesta alguna de mi vecina pero si de mi hijo: «eres un pringado». Conclusión: mi vecina habrá visto dos bultos con patas, uno mas peludo que otro, encima de una moto.

Experimento numero 4: en un curso de formación que impartía a directivos de una empresa multinacional se me ocurre preguntar quien sabe el nombre de la señora que esta junto a la puerta de entrada de la empresa. Levantan la mano 3 personas y otro contesta que es «la segurata». El que menos, llevaba 9 años entrando cada día por la misma puerta. Conclusión: al entrar debían ver un bulto con pelo largo y patas detrás de un mostrador.

Experimento numero 5: le pido a Marga, que así se llama el bulto con pelo largo, que me deje sentar un rato en su silla. Ver el mundo desde esa perspectiva es inquietante. Lo que debe sentir ella viendo pasar tantas personas por delante sin que la miren siquiera! Cuando alguien le de los buenos días y le llame por su nombre se puede caer de la silla del susto!!

Penúltimo experimento: entro en un centro comercial y me paso 15 minutos dentro del ascensor subiendo y bajando. Decido no saludar a nadie si antes no me saludan. Cuento 27 encuentros con personas, 54 momentos en total de entrada y salida del ascensor. Mentalmente llevo la estadística: 7 «buenos días, hasta luego, etc.», 4 que gesticulan con la cabeza y 16 que no me dicen nada y que me confunden con un bulto peludo con patas que decora el ascensor!

Ultimo experimento: subo al autobús que hace el recorrido entre Ordino y Andorra la Vella un sábado. Somos 8 personas en el autobús, al final del recorrido que dura 12 minutos hemos mantenido conversaciones con 5 de estas 8 personas.

Una observación que podría ser objeto de otro experimento: en Ordino, que es donde paso casi todos los fines de semana y es mi paraíso particular, la distancia entre mi casa y la iglesia se recorre en 3 minutos y 14 segundos. Sin embargo, tenemos que salir una hora antes de casa si queremos llegar a Misa porque en el corto trayecto nos encontramos con personas que saben nuestro nombre, donde vivimos, que somos del Barça, que nos dan conversación y que les encanta hablar con otros seres humanos. En Barcelona, la iglesia esta a 3 minutos de casa, nos cruzamos en el trayecto con el triple de personas que en Ordino pero salimos 3 minutos y 10 segundos antes de que empiece la Misa y siempre llegamos sobrados de tiempo!

Conclusión: los pueblos muy pequeños son el ultimo reducto de un mundo cada vez mas inhumano, donde el portero de casa es un bulto que nos deja las cartas, el camarero es un bulto que nos pone el café, el vecino es un bulto que ayuda a pagar los gastos comunitarios, el kioskero es un bulto que nos da el periódico y la señorita que esta en el supermercado es un bulto expendedor de bolsas de plástico.

Ninguno de nosotros va a cambiar la sociedad en la que vivimos. Con mis alumnos discutíamos el otro día el objetivo de la ONU de acabar con el hambre en 2015. Alguien se quejaba de lo que gastan en armas algunos países, otro de que no se aportaba el 0,7 del PIB, etc. En un momento del debate, como los vi tan afectados por el problema, pregunte quien había llevado una bolsa de comida al banco de alimentos de la ciudad. Nadie levanto la mano, que pena, porque mas allá de discursos grandilocuentes, eso si que esta en nuestras manos. Por eso, mas que quejarnos de lo inhumanos que somos muchas veces, de como se ha vuelto el mundo, podemos decidir como tratamos a los bultos con los que cada día interactuamos, podemos controlar nuestros 2 metros cuadrados. Decidir adoptar, con todas las personas que entren en contacto con nosotros, alguna de las siguientes virtudes de las relaciones humanas:

  • sonreír
  • dedicar unas palabras amables
  • escuchar
  • ser tolerante
  • ser paciente
  • utilizar su nombre
  • ser humilde
  • aprender a perdonar
  • pedir perdón
  • dar las gracias
  • ver el lado bueno que todo el mundo tiene
  • descubrir sus gustos y tratar de satisfacerlos
  • no criticar
  • hacer sentir importantes a los demás
  • rezar por ellos
  • hacer favores
  • dar sorpresas agradables
  • alabar las cosas positivas que hacen
  • no discutir
  • no imponer nuestro punto de vista ni ser arrogantes
  • ser compasivo
  • felicitarles en el día de su cumpleaños
  • no perder los nervios
  • aguantar con alegría a las personas que nos parecen mas pesadas
  • ser justos y honestos
  • tratar igual de bien a todos, a los mas importantes y a los que consideramos menos importantes
  • tratar de hacer la vida agradable a los demás
  • no guardar lo peor de nosotros para las personas que mas queremos

De este modo, si cada uno decide asegurar la «humanidad» mas amable en sus 2 metros cuadrados, quizá entre muchos cambiemos unos cuantos de cientos de metros cuadrados. Y de paso, seremos mucho mas felices porque paradójicamente, seremos nosotros mismos los que nos sentiremos mucho mejor al mismo tiempo que hacemos la vida mas agradable a los demás. Estamos en este mundo para ayudarnos, apoyarnos y alegrarnos esta estancia unos a otros mientras dure.

Personas fantásticas!

Las personas fantásticas tienen formas de ser fantásticas, y viceversa. No nos aprecian por lo mucho que sepamos o por la experiencia que tengamos, nos aprecian por nuestra manera de ser. No seremos personas grandísimas, padres fantásticos o amigos extraordinarios porque sepamos muchas cosas o tengamos grandes habilidades, lo seremos, sobre todo, por nuestra manera de ser.

En la vida nos va según nuestra manera de ser porque nuestra vida está configurada por las relaciones que mantenemos con los demás, y éstas relaciones dependen, fundamentalmente, de nuestra manera de ser. ¿Y qué forma de ser tienen las personas fantásticas para que sean tan extraordinarias? Desde luego, nuestra forma de ser tiene un componente genético importante, el temperamento, sobre el cual no podemos actuar. Nos influye, es verdad, nos condiciona, pero no nos define.

Porque afortunadamente, a nuestro temperamento le sumamos nuestros hábitos, nuestro comportamiento, nuestros principios, nuestras actitudes, y esos sí que nos definen mejor como personas, ellos son los que finalmente configuran nuestra manera de ser. Las personas fantásticas tienen una forma de ser íntegra, honesta, ayudan a los demás, son alegres y entusiastas, generosas, trabajadoras. Son optimistas, amables, agradecidas, tolerantes, dialogantes, humildes. Y todos estos comportamientos los podemos desarrollar todos independientemente de nuestros genes. Nosotros somos nuestros hábitos porque los hábitos configuran nuestra manera de ser.

Nuestros hábitos nos ayudan a desarrollar comportamientos positivos que pueden también mejorar nuestras posibles “deficiencias” genéticas. Podemos tener un temperamento impaciente, egoísta o pesimista, pero podemos desarrollar hábitos que nos conviertan en personas más pacientes, más alegres, más optimistas, más entusiastas, más generosas. Una forma de ser fantástica se logra mediante el desarrollo de hábitos fantásticos, los hábitos fantásticos son los que diferencian a las grandes personas de las mediocres. Por lo tanto, el reto está en definir qué hábitos queremos incorporar a nuestra manera de ser y esforzarnos para que formen parte de nuestro comportamiento habitual.

William James lo definió de manera magistral: “siembra una acción y cosecharás un hábito; siembra un hábito y cosecharás chas un carácter; siembra un carácter y cosecharás un destino”! Si queremos ser mejores personas, si queremos tener mejores resultados en nuestras vidas, tenemos que trabajar sobre nuestros hábitos. Aristóteles ya explicaba la importancia de la Ley de Causa y Efecto, “para cada efecto hay una causa determinada, si quieres cambiar el efecto, actúa sobre la causa”. Pues bien, los resultados de nuestras vidas son el efecto y nuestra manera de ser, nuestros hábitos, son la causa. Jesucristo ya menciono con anterioridad la Ley de la Siembra, “siembras y cosechas”.

Si quieres cosechar una vida fantástica, tienes que sembrar con una forma de ser fantástica! ¿Cómo se desarrollan hábitos positivos? Primero queriendo desarrollarlos y después esforzándonos para que se conviertan en hábitos. ¿Y por dónde empezamos? La cadena es sencilla: un valor provoca un pensamiento, un pensamiento genera una actitud, una actitud una acción, una acción repetida configura un hábito, un hábito forma nuestro carácter, nuestra manera de ser, y finalmente, nuestra manera de ser es lo que configura nuestro destino. Así pues, el origen está en nuestros valores fundamentales, allí es donde está la causa última que configura los efectos de nuestras vidas.

Si no nos gustan los resultados que tenemos en nuestras vidas, deberíamos analizar nuestras acciones, que configuran nuestros hábitos; si no nos gustan nuestras acciones, deberíamos analizar nuestros valores. De esta manera podremos empezar a mejorar nuestra manera de ser.  Nosotros controlamos nuestros pensamientos, podemos decidir en qué pensamos en cada momento, esa capacidad es la que define a las personas grandes y las diferencia de las mediocres.  Como explica Stephen Covey o Alex Rovira, entre un estímulo y nuestra respuesta hay un espacio. En ese espacio radica nuestra libertad y el poder de escoger la respuesta. En la respuesta está nuestro crecimiento y nuestra felicidad. Frente al disgusto, al contratiempo, al dolor, al revés, la injusticia, la desesperación o la pérdida, tenemos el bálsamo de la alegría, la paciencia, la gratitud, la generosidad, el optimismo, el coraje y otras tantas actitudes que nosotros podemos elegir deliberadamente al hacernos responsables de nuestros pensamientos para continuar la vida con entusiasmo. Nosotros no controlamos las circunstancias, pero si nuestra respuesta a ellas.

Controlando nuestros pensamientos y su coherencia con nuestros valores, controlamos nuestra actitud, nuestras acciones y nuestros hábitos. Estos determinan, como hemos explicado anteriormente, los resultados de nuestras vidas, los efectos, los cuales no controlamos. Muchas personas se frustran al intentar controlar los efectos en sus vidas cuando lo que deberían hacer es actuar sobre las causas que los provocan. Nuestro mundo exterior es un reflejo de nuestro mundo interior.

Por eso debemos centrarnos en el desarrollo de hábitos positivos basados en valores y principios en los que creamos. Y como los hábitos dependen de lo que pensamos, si cambiamos nuestra forma de pensar y podemos cambiar nuestras vidas. Los hábitos positivos se llaman virtudes; los negativos, vicios. Primero decide incorporar virtudes fantásticas a tu manera de ser y te convertirás en una persona fantástica! Después, la forma de desarrollar el hábito es fácil: “haz como si … hasta q lo seas”. Este es el truco para desarrollar hábitos. Actúa como si ya tuvieras incorporado ese hábito en tu manera de ser hasta que al final lo seas.

Actúa como si fueras una persona alegre, amable, humilde, generosa. entusiasta, practica cada día, en cada momento, hasta que al final, sin darte cuenta, esa será tu manera de ser. Y será entonces, y sólo entonces, cuando sentirás esa alegría interior que provoca la verdadera felicidad. Al principio creamos nuestros hábitos y luego son estos hábitos los que nos hacen a nosotros.